Parece que lo más digno de pensar en Puerto Deseado es cómo vamos atravesando los paros.



Tuvimos varios, hasta hicimos retención de servicio. ¿Cuál fue la razón? Los pagos de sueldos a los docentes quedaron retrasados, es como pretender atrasar también la vida misma, alimentarse en tres días a más tardar, pagar los servicios públicos en una semana, o viajar en dos. Es como pretender que el viento se convierta en un incienso en el patio, y saborear los detalles que la tierra ha dejado en su febril naturaleza.

Hoy, 1 de diciembre, nuevamente se para. El escrito que los congresales del gremio han difundido explica que será por tiempo indeterminado hasta tanto no abonen sueldo, retroactivos y aguinaldo. Pero yo quisiera sólo cobrar de tus ojos un beso, y eso temo es imposible. Por lo tanto hoy jueves y mañana viernes no pararé, quizás si la semana entrante, hasta tanto me invites a la fiesta que organiza tu corazón.

Me pongo a investigar en el aire y descubro ciertas sensaciones, cosquillas en los brazos, alternativas húmedas en las paredes, posibilidades en el péndulo del reloj, brillos en los trofeos de tenis y hasta un marrón oscuro para mis muebles en la próxima mudanza. ¿Será mi Trelew querido la solución al hechizo? Lucy está afuera, renegando con el viento y sus disgustos. Pienso si se acostumbrará al nuevo patio y a los ladridos de los perros de los vecinos.

Afuera la tierra viaja entre lienzos y lazos, hace uso de su inestabilidad vespertina, huele a prisión blanquecina. Las ramas absorben la ceguera de los pájaros y yo no puedo calmar mi hambre: te necesito. Huyo de los libros y sus verdades, ya no quiero saber, ¿para qué? ¿La verdad me hará libre de vos? Absolutamente incierta es la respuesta.

Saludaré desde la ventana a los que hagan paro y me quedaré protestando contra la lentitud del Internet de Speedy. El olorcito me trae recuerdos: la tranquilidad, el hogar, la pasta frola, los pimientos en la sartén, la cebolla casi quemada y abrazada al aceite, las arvejas danzando entre las papas...todo esto parece una evocación, la locura es mi vocación. Olerte a media distancia aunque no estés, susurrarte al alma aunque no escuchéis, y aunque todo se ve del revés me entrego a tu ser...no me importa, de verde, blanco o negro, entre las ruinas de mis zapatos hacia tu camino partiré.

No me gustan los toreros, ¿por qué no le clavan el espectáculo lastimero a sus almas? Alguna privación deben tener, algo les falta a estos muchachos, sabiduría para ejercer el aplique de las dagas en sus mentes pequeñas. En ocasiones pensé en la libertad del toro, cuando se zafan del enjambre rojo y descarrilan hacia el individuo. Imagino sienten placer, y no quiero pensar si estos mismos toros algún día dominan el mundo. No es menester pensar en la venganza, pero hay acciones caricaturescas y espectaculares que deberían erradicarse, costumbres que deberían desmontarse del lomo de la humanidad. Ver correr sangre sólo alegra al inhumano, aparecer como un perverso juguetón que se revuelca en sus destrezas agresivas sólo es para estúpidos. ¡Vayan a estudiar!, dirían algunos.

No sé por qué pensé esto mientras el viento se redoblaba entre ría y calles de tierra, también zigzagueaba entre vidrios y chapas. Mientras tanto llegaba una nota de conciliación obligatoria para el gremio docente. Hay que esperar (¿más aún?) por la verdad. No es un camino fácil el que le ha tocado, la subjetividad y la información son sus aliados o sus barreras, según lo veamos, y no habría nada más hermoso que poderla encontrar. Por ahora prefiero desvariar.

14 de noviembre y 1 de diciembre.

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