"You belong to the city, you belong to the night."


Los retratos pegados y asegurados firmemente en las canciones, sean en inglés o castellano, me dan un atractivo comienzo para detallar con esmero lo ocurrido en ciertas circunstancias.

Puerto Deseado, hace tiempo, se debatía entre ser una ciudad o un pueblo. Dicen que si posee más de 20.000 habitantes ya forma parte del reino de las ciudades, pero por su personalidad presiento que aún conserva la peste pueblerina, que no es mala, no es buena, simplemente es un quehacer diario de cosas que pretenden manifestarse y surgir, como soliloquios que intentan difundirse, o pequeños detalles que quisieran salir a la luz en extensos encuentros.

Aún no me queda claro qué es Deseado, sólo me queda pensar que pronto me iré de aquí y que mi destino volverá a mutar. Lo único que no muta es mi alma, siempre recogida en la autopista de los sueños, le hace dedo a la imaginación, pretendiendo subir a sus automóviles, hurgando por atención y contención en un mundo indiferente. Pero al menos habla en silencio, al menos habla, eso quería decir.

Hoy fui al Inset porque tenía una mesa de examen de la que era vocal. La alumna que rendía no se presentó. Eso me llevó a pensar que las oportunidades son descuidadas como los besos que no se dan, o como cada pequeña caricia que no llega a destino, o cada insistente palabra que se ahoga en llanto porque no reinicia su existencia en los oídos del ser amado, algo así es descuidar una oportunidad para superarse, una hora para mejorar tu trasfondo existencial, un espacio para derramar y demostrar tu capacidad.

Eso de las oportunidades desaprovechadas me da que pensar. No sé si lo he hecho muy seguido. Cada pequeño espacio y cada pretencioso minuto he tratado de aprovechar. Ahora me fugo sola por las veredas nocturnas y desvisto mi ser ante la música, solamente, como un fuego que poco a poco se va extinguiendo camino a los sueños. No quisiera que ocurriera tan de pronto, no quisiera que ocurriera, punto.

A pesar del paso del tiempo, a pesar de haber dejado legumbres en mi camino (y no migas de pan, como lo han hecho Hansel y Gretel), podría haber hecho más, Sin embargo estoy acá y no me arrepiento. Hasta alguna vez en mi vida me han temblado las piernas, eso ya hace valer la pena la existencia. Hasta alguna vez he amado de una forma sublime (no subliminal), y el resultado sólo es una contingencia, porque cada vez que tu corazón late la vida se llena de placer, la humanidad se hamaca hasta el anochecer, el pueblo se entrega hasta hacernos satisfacer. No sé si eso es crecer, pero entre mis experiencias me puedo mecer.

Como fue una mesa de examen “plantona”, trunca o como se diga, me fui temprano a la Muestra Anual que se realizó en la EPJA Secundaria 18, y de la que formo parte como docente, pero sólo del anexo Regimiento (que queda a pocos kilómetros de Puerto Deseado). Mis alumnos de tercero y cuarto año estaban allí, presentando distintos proyectos de acción que idearon con sus profesores en varios espacios curriculares (a los que también se les llama materias). Mi primera intención fue no asistir, porque por mis arremolinados días y porque tengo poco contacto con el edificio institucional de la escuela, no pude crear ningún proyecto en el que los chicos pudieran participar. Trabajo en varios lugares, mi año zigzagueó, o por lo que sea. Pura excusa, no lo hice y punto. No se me dio. Y como soy vergonzosa, en un primer momento pensé en no ir, ya me hacía la idea de caminar sola por los stands viendo a mis compañeros explicar sus proyectos y me dio "cosa". Pero fui, simplemente porque mis alumnos del Regimiento participaban y le había prometido a una alumna ir para probar las exquisiteces que preparan gracias a su proyecto culinario. Sólo estuve un ratito, pero vencí mis temores y me deleité. Paseé y charlé casi con todos, pero en especial con mis chicos. Había proyectos turísticos (en combinación con inglés), geográficos, sanitarios, de reciclado de elementos, culinarios, de ropa, de seguridad, de clases de manejo, literarios, de física y construcción de lámparas, etc.

Sé que las consecuencias deben ser aceptadas, y por ese motivo no me justificaré. Todo es un aprendizaje, como aprender a perseguir palabras al anochecer, entre sahumerio, vino, luz, música y pensamiento, cada perfecto motivo es aprender. Si tuviera que arremeter contra la subjetividad de nada valdría la objetividad. En definitiva, la objetividad es sólo una palabra hueca para deshacer lo que pensamos particularmente, o lo que sentimos. Es un invento del sistema para sostener su cometido, la arrogancia de la columna vertebral para conformarnos dentro de un eje. Es que si todo fuera elección, la partida de estructuras y estaturas se convertiría en rebelión. Y ya son las 23 hs, al sillón.

23 de noviembre de 2016

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