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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Cuando pasa la Navidad

Es una constante que viene y va, eso es lo que por escribir me va. Una flor en medio del resto, tus filamentos saben al aroma que siento. No sé si serás buena, o mala, el cariño no se compara con nada, no sé si arderás en malhumor o desplegarás al resto tu resplandor, pero no hay forma de no sentir amor. Lo que no podés entender hay que aceptarlo como algo del ser, tan incomprensible pero tangible, tan desmesurado pero adorado, tan volátil pero fácil, fácil de sentir, y por lo que se puede vivir no pretenderás por eso sucumbir. Igual no he de creerme importante, cuando más te lo creés comienza el ego a obedecer, no te creas tan importante porque todos son huellas que tiene el camino por delante, y nada sanará si la mirada no te enfrenta con su arte. Vas y venís como las olas y luego comenzás a sentir el descuido, te la creés y luego caés, y mientras más firme estés mejor será para dar vuelta cada revés. No te creas tan importante, las cejas igual

Hay personas

Hay muchas personas que se pierden muchas cosas por mirar para otro lado, vos, yo, o todos, quizás porque las flores huelen a lo que no nos es cómodo, quizás porque el dolor nos ha tapado los ojos, quizás porque el caramelo nos ha sabido siempre rancio y no ha tenido lugar para endulzar nuestros labios. Los ojos son el organismo de la orientación, la necesidad de la adoración, si te fijás bien en ellos sabrás que sólo miran por mirar porque se balancean hacia el bienestar, pero quizás nunca sepan realmente lo que es mirar y se pierdan más de lo que quisieran apreciar. Quizás me esté dando cuenta de que cuando mirás podés llegar a la felicidad, y asusta, la verdad es una energía que a veces nos disgusta, pero tengo que reconocer que si te veo puedo ser feliz por un momento, aunque no sea todo el tiempo, porque sos la densidad más bella de todo el universo, y aunque alguna vez pueda no verte tengo claro en mi mente que hoy puedo ser más fuerte si teng

Pensamientos sabatinos

La gente quiere quererse, se toca y se enternece, se traspasa y se disfruta, le eleva plegarias a la luna, y hasta le adjudica en su narración la erradicación de la desolación. Hay gente que funciona así, un día no y un día sí, si te inspira la caminata del gato que en su silencio te indica su extremo sigilo cada quien entenderá que en la tierra habitan seres amorfos y otros con brillo, porque así es la felicidad, cuando no la tenés la buscás, y cuando forma parte de tu ser nada te puede importar más que esa realidad. La gente piensa distinto, no sé por qué tanto enojo, en las lagunas habitan los patos y también los peces, todos vienen de distintos palos y así y todo están en el mismo lado, la guerra ahuyenta la paz libera y en la desilusión hay algo que desespera, como si quedarse de un lado fuera no pertenecer a la nobleza. Hay que quererse sin pertenecerse dicen por ahí, y que los pronombres posesivos dejen entonces de existir, como si el corazón

Que alguien le diga al tiempo que pare

Que alguien le diga al tiempo que pare, que se bifurque, entre vos y yo, que me separe, que me arrastre, pero que te proteja, y que cuando camines por las calzadas rotas tus sueños siempre estén vivos y tus ilusiones llenas de rosas. Porque cuando yo camino te suspiro, hundo las proporciones de mi pensamiento en algo que imagino, pero que crece y se hace verde, y no sé si algún día crecerá más dominando el manantial, pero seguramente yo seguiré pensándote cada vez más. Es como una ceremonia entre el bien y el mal, un corazón que late y no quiere dejarte de amar, y aunque su dolor es intenso siembra una semilla en el mar cada vez que va, y lo huele profundamente como si te oliera a vos y te sintiera en paz. Pero qué se yo si hay paz o la guerra se ha puesto a sudar, cada pedacito de camino que hago entre casa y la escuela estiro cada uno de mis latidos como si fueran los tuyos y los míos, pero no sé, no sé, por qu