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Mostrando entradas de enero, 2017

Estado de trance

Sé que este trance es perfecto, puedo pensar en instantes selectos, rectos o incorrectos. Sé que el corazón se me desarma cada vez que en el mundo no encuentro fundamento. Sé que imaginar este amor lo hace ver como sumergido en pétalos. Y sé que escuchar tu voz me engendra por dentro espasmos de veneno, eso no es bueno. Pero yo te quiero en mis rutinas y en mis desiertos. Te quiero en la siesta y hasta cuando me alimento. Te quiero cuando lo áspero es mi tormento. Y te quiero para que me apagues el cassette de este cuento, que no es tierno ni es real, te comento, es sólo para esperarte con música en cualquier momento. Los "nis" son elementos disfuncionales para el alma humana, en la espina dorsal se te clavan. Un no o un sí de la alegría o el dolor se llenan, pero al menos te liberan. Yo te quiero para lanzarme de cabeza, para hacer de mi voluntad, entrega, para disfrutar con vos de tanta belleza, no física, no filosófica, la de la fiesta, la que en pecado h

Excesos

Los teros disimulan la incertidumbre con sus cantos sobre el cable, saltan fantaseando con los alambres, vuelan a regañadientes porque prefieren quedarse y observarte. Las bandurrias apuestan a regodearse con la intensidad, sabiondas de la humedad, se entregan al desastre, confiesan amarte, pero no se atreven a expresarse. Quienes observan sólo apuestan a una parte, las otras, en tinieblas, duran finas y acertadas lo que en la boca una manzana. Pasar de la observación a la acción es una barrera hereditaria de la contradicción. Sería algo así como pasear en llamas sin atrever a quemarse, o dormir siestas sin vos en las sábanas de la tarde. Si el deseo no madura se satura, vuelve a la infancia prematura. "Oh, it's only love, oh, it's only love". Y se aprieta contra mi cuerpo, no miento, me ataca por la esperanza pero luego desde mi corazón se lanza, y no quiero saber por qué no permanece y se me pasa. Son todos tus placeres, aplacan mi fe pero también me hacen cre

Lo imposible arde

Jajaja. Corren en mí histerias húmedas. El calor me acelera con sus hebras impuras. Algunas me salpican el corazón y otras la desilusión. No esperes por mi que me fui a pensar un poco. Demasiado tiempo estuve ya en el calabozo. Pensé en conseguir dinero para pagar la cuenta del aire acondicionado, pero sentir la sofocación del verano ha despertado mi mentada sensación de estar en un orfanato. Con dos o tres chasquidos del agua sobre la yerba en esta tempranera problemática de sábado tus caricias me he lavado, ya sé que no vendrán más a inquietarme, una cosa menos por la que me he despertado, y menos me he preocupado. ¿Desistí? Si. Encender lo imposible es tan vano como posible. No te vi, para qué seguir, problematizaré sobre la indigencia de almas, total si me pica un mosquito le echaré la culpa a tu indiferencia y su séquito, una de las tantas inutilidades entre tus vanidades. ¡Pero si este clima húmedo no tiene un templo! En sus armonías deja los graves de lado y pasa a los f

Ante el ruido del ventilador...

El ruido del ventilador me apetece cuando anochece. Sus paletas enloquecen, sus plásticos enfurecen, y en sus vueltas se burla de mis indirectas, de todas las que te digo, de las que me hunden en el frío, porque de mi cobardía no me río, apenas quiero que seas testigo. Todo esto es un divertimento en un licuado no revuelto, los hielos no triturados se entretienen con este desvelo, son mi pequeño tormento. Una pregunta se desnuda y patina en la pampa: su respuesta es absurda. De estrellas sé lo que el diario en internet me interesa, apenas son un refrigerio para extirpar este misterio. ¿Hasta cuándo estarás en el cimiento de mi alma donde no miento? Resulta que la noche pasa con sueños a montones, transita esta ráfaga que desenfunda la dulzura de sus turrones, ni los mosquitos se pegan al alambre, pero pensar en vos me deja sin aire, me atonta amarte, y sin embargo me queda a sólo un paso esto de adorarte, cruzo el bostezo y espero encontrarte para poder tocarte: es tan fácil que ca

"Al este y al oeste"

Acá en 9 de Julio (oeste de la provincia de Buenos Aires), tierra de arrendatarios, de campos y cardos, de pastos y encantos, de siestas y meriendas, de perros que duermen en las veredas y no se aceleran, no muerden ni se retuercen, aunque sí mueven las colas y de tu atención se enamoran, como en toda la llanura pampeana y sus ventanas, como en las tardes que caen en las camas, deseando acariciar los acolchados sudados y los pisos ovalados, acá habitan los platónicos pétalos celestes, y aunque cueste llegar a las pendientes estas flores del jacarandá orientan sus emociones hacia donde tu sonrisa no está, y en cada hueco estrecho de silencio la quiero encontrar, para mirarla de frente, de perfil o de atrás, porque no hay nada más bello que pueda yo inventar. Cada vez me importa más todo y cada vez me importa menos todo. Las verdades no son ofensas, quizás sí flores indefensas, pero si no salen a la luz siempre vivirán confiscadas a contraluz, apartadas de ese alud de diferencia que ha

La importancia que yo le doy

¿A quién le importa?, si la importancia se detesta a sí misma. Vivimos como pasamos, mirando a los costados de nuestros deseos, como refugiados. Y así, la importancia sacude con el sable a los desprotegidos, parece que nada le inmuta, ni los corazones destituidos, por donde las favelas circundan. Los canales educativos se divierten hablando de ella, pero son escasos los cimientos que se adecúan a su convalecencia, nada ante sus ojos se estrella, es una pena. Y a pesar de la poca importancia que el conteo de ilusiones tiene en su agencia, y que la niña destapa en su intendencia, miro esta historia como una ceremonia, un ritual en una cama desaliñada pero cubierta de palabras, desatadas y con sus alas abrazadas. Las migajas hicieron del mundo el amor en un minuto. Pieles que recomiendan tocarse mientras se enfrentan las miradas anonadadas, invertebradas, pero en su escalofrío enamoradas. Pasó la inspección, en mi y en vos recayó, y se siente como tu aroma va envolviendo mi razón, l

¡Pero, qué digo!

"Los gigantes arrancan de sus espuelas corazones ensangrentados y son perdonados, y sin embargo los luchadores de la vida comen día a día un poquito más de aprendizaje, cada día socavando una imperfección, para fortalecer su sed, y son juzgados". ¡Tener sed es tan humano y necesario! Que sería de la sed sin el ser, del ser sin la sed, del agua sin la apuesta presencia del cimiento equivocado y del vaso sin la agridulce forma de conservarse en ese estado. Delante de mi yacía un durazno en una compotera. Más tarde, un carozo apretado contra el cuchillo. Finalmente, el dulce en mis labios, que no será sólo un fugaz jugo bebido y administrará su potencia exquisita con un café que me calme este frío. ¿Será éste el destino de los escritores? Los mal comprendidos. Los inútiles. Los vagos. Los aplacadores de la manteca trémula que repercute en la rutina y los agobiadores de la perfección y sus halagos. Sentada, sobre la mesa la herradura para no arañar mis pies, al costado L

Pero yo te amo

Qué difícil es contar los granos de arroz ostensibles, pero no imposible, las mentes juguetonas de los consumidores de café no se inmutan por esta desterrada mesa rectangular, pensada para que los solitarios se puedan tratar de observar (o intentar mirar). Hablan, cantan, gritan, muerden, los transeúntes de la vida pasan no sabiendo su suerte. Pero yo te amo. Camina el griterío por la caja y los pisos sienten los latigazos de los zapatos de paja. Huyen mis entretenimientos de este concierto, ¡no puedo conciliar mi pensamiento! Pero yo te amo. Tantos gigantes vasos que se van consumiendo, el small, el tall y el enorme de plástico ancestral. Las apples circulan como detonantes del hambre, las abejas no estarían cómodas en este enjambre, miedo hay de quedarse sin lugares en este espacio de aromas fatales, de perfumes descompuestos y silencios perfectos. Pero yo te amo. (Te amo como la experiencia de la brisa balanceándose en la cornisa, besándote en secreto, palpando tus misterios,

¿Cómo todo debería ser?

Nuevamente llueve. Desfilan las gotas y se funden con unas lágrimas que en la entrada a una curva se alocan. La sal envuelve al atardecer y lo sacude para verlo caer. Entre los rayos de este diciembre también vuelan unas liendres. Es momento de despertar, "todo va hacia el mar", y las figuras geométricas que han armado mi estupidez se desarman una vez más. Es el ruido del agua entre los pinos, huelen a sombras y a pepino, y ahora en mi alma se ha armado un lío: debo administrar los saltos artísticos de mi ilusión, darles una razón, para no pensar que el infierno ha sido en vano, ni que el insomnio ha sido malgastado, entre la piel de los amaneceres que me han abrazado. El vozarrón del chaparrón enloqueció, suavemente se ha callado, y a un costado de la fuente de mimbre se ha parado. Me mira relajado, siente como lo respiro con este amor despojado. Es de creer que mi escritura ha fracasado, de pronto, como un pincel sin su manojo, lavando las vocales en su calabozo. El

"Gente que va y que viene"

El hormiguero corre parejo, pero camina desparejo, rodea las palmas de sus ojos y se sienta a mirar pasar el mundo, como si el mundo fuera un estorbo y la reina hormiga su abrojo. Encontrar una mirada en este desparpajo de gente sería eterno, como el amor que siento. El calor golpea el vidrio, se adueña de su conciencia, y yo me acribillo en este maleficio, que no es ficticio, pero si tiene los dientes fríos. El Río de la Plata navega con sus grises compañías, las desintegra en su paseo y vuelve a sentir su deseo. Es un ecosistema que considero lúgubre si en el agua no anida tu lumbre. ¡Peligro!, el hormiguero eleva un grito, y detrás de una cola de hormigas van pasando los gigantes con ruedas jugando a la rayuela. Todo esto es del mundo y su ceguera, no de seres que vuelan. Los agentes libres de impuestos van y vienen, cruzan los pasajes de un viaje a otro, y entre murmullos y risas se entretienen. Sobre remolinos de congestión se toman un café, y a pesar de todo tienen fe, co

El amor me salpicó

El amor me salpicó en la cara con su aliento, desbarrancó mis cimientos, me deseó como un hombre sediento, surgió de entre los roces ajetreado y anonadado, y me fundó su entrega en este silencio que transformó mi pena en desconcierto. El amor coqueteó con mi tormento, se irradió en la salinidad para descargar su ira sobre ella en un solo intento. (Mi vitalidad es tomada por su vanidad). Saboreó su eternidad y la hizo retroceder en la vecindad de la necesidad, administró su pesadumbre para dorarme con los besos que ahora me cubren. Así fue que con sus salpicaduras de poder me ha hecho ceder. ¡Esto es de no creer! El amor festeja su triunfo (histérico taciturno), me sacó de mi proyecto diurno para cocinarme en su fuego nocturno, celebra su consistencia en mi piel que huele a demencia. A paso vespertino me confiscó la quietud que dormía en mi destino, ya se siente victorioso por mi entrega, paseando entre mis suspiros me presentó a sus grillos, que con su concierto al anochecer no dej