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Mostrando entradas de marzo, 2018

¿Por qué no hacerlo?

Enojarse es un sentimiento puro y honesto, sobre todo, honesto. ¿Por qué no hacerlo? Cuando el perfume ha pasado de piel y las reverencias se realizan hacia el suelo, sin mirar a nadie y declarándole el amor al duelo, ¿por qué no hacerlo? Cuando la fragancia se ha hecho inmune a los sueños, y ya poco queda por remediar, ni siquiera tu desquicio eterno, ¿por qué no hacerlo? Las dudas se relamen y las esferas desorbitadas se contraen, y si la alucinación es nada más que un camino sin regreso, ¿por qué no hacerlo? No quería, pero, ¿por qué no hacerlo? No somos perfectos, por si no lo sabías, te lo recuerdo, pasamos de mano en mano y de vista en vista, formamos parte del todo y cuando llegamos a casa la nada nos impone su acoso, entonces, ¿por qué no hacerlo? Si me enojo, me enojo, no me hago la enojada, cuando el alma se pone a jugar al chinchón con el silencio, gana unas cuantas nubes y soy yo la que me enojo, ¿por qué entonces me quedo respirando un poco? Enojarse es un sentim

Es porque es el primer día del otoño, nada más.

Que Tévez debe ir al banco, que hay que levantarse temprano, que hay que leer estupideces y que hay que salir al sol porque quedarse adentro hace que con la gente no te mezcles. Y sí, todo es tan fácil cuando se lo ve de afuera, y es fácil hablar después cuando las experiencias no te queman, y también es fácil querer a alguien que tiene sonrisa de seda y textura física y estética pasando por la exposición de la vereda. Es más difícil querer a un corazón oculto, lleva una vida beberse todo ese jugo, y al final, ¿para qué tanto artilugio? Los bellos con los bellos, los feos con los feos, sólo algunos bellos con feos y todo se resume al criterio estético. Que buen pensamiento el que expresó ayer Inés Estévez, ya está de decirle a los niños con qué queda bien y con qué quedan mal los colores, hacé como más te guste, reventá tu corazón si es preciso, consumite en tu propio infierno, que puede ser eterno pero sincero, hacé lo que te haga bien cuando sople el viento, no hay nada más her

Las cosas "duraban terriblemente"

Y las cosas duraban terriblemente, un caramelo se acomodaba en la boca, el sueño se pasaba horas durmiendo sobre tu sombra, una canción se escuchaba una y otra vez en la rokola, la lluvia se relamía los labios entre sus propias gotas, nada terminaba y todo seguía como ahora. Si querés estudiar, vas a tener que esperar, un año más, embromate por llegar tarde donde no querés llegar, conformate con no ver sus ojos un día más, total, ¿a quién le puede importar? ¡Me gusta lo que no se puede lograr!, es tan mítico el encuentro entre el bien o mal que siempre vuelvo a intentarlo una vez más el quererte enamorar, cuando la barrera no puedo traspasar porque no la hay. Las cosas duraban terriblemente, los minutos me observaban desde el mueble, no se animaban ni a moverse, yo mirando las botellas de malbec, y sacándome fotos al revés, porque otra cosa no podía hacer. Si querés olvidar te vas a tener que resignar, apostar, anticipar, y a tu voluntad desequilibrar, te quier

La ingenuidad

La ingenuidad. Quería escribirte (siempre quise), pero ya no soy tan ingenua y duele saber que la ingenuidad es pasajera. Y aunque sea mejor que lo sea me gusta sentirme parte de su tierra. Todo pasa volando delante de tus ojos, pero no tenés tiempo de pensar un poco. Siempre te mofás, y a lo que no se te arrima no le ponés la firma porque especulás. No buscás más allá, porque jamás se te ocurriría zamarrear al mar. Para ser distinto en este ocaso necesitás un abrazo, ¿y quién hila tan fino en un espacio fingido? Los besos desaparecen y el corazón ya no se estremece, ¡lo has intentado tantas veces! Hay un puente entre lo posible y lo invisible, pero preferís lo previsible a pecar de sensible. Siempre la misma porquería y la misma ironía, las camas siempre duermen con sábanas, y a las caricias las tiran por la ventana. Desfilan los soldados, no así los sentimientos, y hace un frío de invierno debajo del acolchado. ¡Es un triunfo encontrar un ser