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Mostrando entradas de septiembre, 2018

El purgatorio

¿Cómo evadir mi responsabilidad de tener que seguir adelante sin vos? ¿Cómo asumir que debo hacerle frente al frío sin tu calor? Se une una fuerza nueva, la palanca que se empeña en torcer los rumbos, que se molesta en inventar nuevos caminos llenos de luces y cardos, donde te obnubilás pero también te pinchás, donde vivís momentos insípidos y serenos pero también te incrustás en los versos de un maremoto y de angustiados veleros. Es domingo, (¡maldito domingo!), y siempre me pasa lo mismo. Estoy en el purgatorio, desprevenida de lo que puede pasar, azotada por la insensatez de lo que no va a pasar, y huyen hasta las cosas y las personas que me quieren hacer mal, no quieren mirar, no se quieren quedar. Si el momento fuera hecho de lodo me abrazaría a sus brazos para hundirme del todo, pero no hay forma más concreta de ser que manejar a esta ilusa cobarde que se arrastra bajo una sombra, muerta de hambre, deseosa de tu sangre. ¡Seguí adelante! ¡Ja!, frasesita acartonada, desvirtuada por

El silencio y el grito

El silencio o el grito pueden ir de la mano, el silencio susurra misterio, y el grito una explosión de segunda mano. Como si el alma gozara con esos vaivenes va derrotando leones y se va sedando con los jejenes. Sube la cumbre a la espera de sentirse azotada por el precipicio, y cuando menos lo intenta vuelve a dar los mismos pasos que al principio. Como en una caja de pasiones el silencio activa las emociones, y el grito dice que extraña hasta lo que no decís en canciones. Contenida va la noche, hambrienta porque llegue el día, para trasladar en un jazmín la brisa que tanto te da alegría. Siento tu corazón, aunque sea de mentira, en el silencio y en el grito siento que me vigila. Sólo los colores que no se ven se mantienen adentro esperando salir a flote con tu sonrisa que en mis pupilas se va enredando. El silencio o el grito se animan a pervertir su gravedad de decir y no decir lo que siento hasta la eternidad. Grito te amo, pero no escuchás, el sil

Te late el corazón

Ves pasar las nubes y te late el corazón, te das cuenta que hay un pájaro que pierde la razón, tanto pensar y lamentar, y con un latido te arrancás el dolor. Ves cómo se acerca el colectivo y te late el corazón, no pretenderé subir primero porque me acuerdo de vos, y le acaricio el pelo al momento sin ninguna mala intención, sólo para oler la maravilla de su perdición. ¡Leés cada cosa horrenda!, pero te late el corazón, el twitter es una olla inmunda de incomprensión, a nadie le importa si sos visco o tenés una pena de amor, pero cuando entra tu recuerdo me late el corazón, ¿cómo no voy a llenarme de ilusión? Ves la nada y te late el corazón, y hasta cuando entendés no querés tener razón, ¿de qué sirve la claridad si no te tengo a vos? Ves volar un mosquito y te late el corazón, no se te ocurre, para nada, entrar en su perversión, es invierno y sólo querés su abrazo y su contención. Ves en los ojos lo profundo y te late el corazón, parece que vas f

En cada paso

En cada paso que doy, a veces ni siquiera me resisto, y en otras desisto, pero en cada paso que doy, debajo de la media, como un pétalo, o en el alfiler de la escarapela, estás vos. Como si quisiera deshacerme de tu injusta pero tremenda presencia, me voy llenando de minutos, gano espacio con grandes ruidos, los voy estorbando con pensamientos, escucho otros discos y me como un yogurt para olvidarme del riesgo que implica pensarte en la mañana o en la tarde. Y me convierto en caminante, voy y vengo a la escuela para matar el tiempo y no darle cabida a la espera, pero no hay caso, me ponga zapatillas o zapatos, y camine de frente o de costado, me acompañás en cada paso, como si no hubiera delito que no hubiera intentado, borrar tu presencia los domingos o sábados, besar algunos libros en días feriados, mirar televisión con los ojos cerrados, o tantas cosas más que me he inventado para no seguir pendiente de lo que podés acariciar o de lo que h