Abrir puertas con la canción

Abrir puertas, como decía Gloria Estefan en ese cd que tanto escuché (y que tanto acarició mi discman cuando estaba terminando la carrera de Comunicación en 1997), o como decía Marta en ese tan bello “Tienes que vivir”. Muchas veces no las abrimos, es más, las cerramos por temor a vivir y a ser felices. Porque aunque parezca paradójico, la felicidad puede ser una experiencia muy compleja para vivir, y muchos no se atreven a enfrentarla. Quizás porque es muy difícil aceptar una posible pérdida, o tal vez porque nos cuesta transgredir las barreras del dolor y animarnos a sentir cosas maravillosas.

En un sinsabor se aprecia cada instante mágico que hemos vivido y lo comparamos (la comparación es una de las tácticas más ingeniosas del ser humano para superar lo que no podemos explicar por propio argumento) con aquello bueno que alguna vez se nos ha presentado. Pero, ¿y si la vida consistiera en vivir solamente, sin agredir ni a los orgullos, ni a los momentos indignantes, ni a los seres que pretenden hacer daño, porque al fin de cuentas, la vida en su mayor o menor medida depende de nosotros? ¿Pero y si la vida no consistiera también en vivir lo difícil, porque de lo fácil hasta las pestañas se hacen cargo?

Yo he querido abrir cada puerta, cada rectángulo artificial que se me presentaba, aunque fuera conciso. Sabemos que cada apertura es perfecta, porque es una nueva posibilidad. Y en cuanto a mi timidez, qué decir, una pequeña traviesa incoherente entre acción y corazón (más intención y sinrazón), resbalando entre mis sueños cada día, viviendo sólo de tratar de generarlos y acondicionarlos a mis nuevos propósitos, como lavando sus manchas y centrifugando sus locuras. Puro noctambulismo para luego caer ante los encantos de la vida, y vivir.

Yo he querido entibiarme el corazón, como lo tenía en mis tiempos antes de viajar al exterior de mi país, rellenito, confortable, resplandeciente, inocente, y hasta atrevido en sus sentimientos, pero puro en sus inquietudes, sin malos pensamientos, sin dudas al sentir, sin explosiones al vivir, sin nadie de quien dudar, sin temblores que superar.

 Y cuando no ocurre lo que buscamos, y cuando lo que soñamos es imposible, ¿qué?

Desconocida es el tema que más me gusta, o quizás el que nunca paso con el forward, esté triste, alegre, quiera escuchar canciones románticas o aquellas pum para arriba en cada playlist. Es bueno eso de guardar algo, de dejar para nosotros algo que el otro no pueda descubrir, porque la sorpresa genera un efecto reparador para aquel que quiere superarse y no escuchar a los que intentan tirarte para abajo tus deseos y objetivos. Además, enciende intriga y una probable sorpresa por describir nuevos atributos existenciales en el otro.

“Sustancia húmeda que cubre uniformemente la tierra”, decía el monstruo de Víctor Frankenstein, para referirse a la nieve. Elemento que late e inventa teorías sobre el amor, sentimiento que arremete a galope con sensaciones y atracciones sobre el cuerpo del otro, espesor en el alma que propone al ser herramientas para acariciar la vida del ser humano, pequeños redondeles negros ubicados bajo la frente que aseguran la inestabilidad de las almas, etc etc, digo yo sobre todo esto que me ocurre, como si lo que pasara fuera tan perfecto al raciocinio para describirlo con definiciones de diccionarios románticos.

Y aunque no seas vos apareciendo siempre espero tu aparición.

“She´s the one”, dice Robbie Williams, y recuerdo cada espacio de emoción en aquellos tiempos difíciles del año 2000 en Puerto Deseado, no cabía la valentía porque nada significaba, no había lugar ni a la queja ni a la desilusión, no había criterio alguno ni posibilidad de renunciar (aunque faltaba la valentía no se debía renunciar). Esa canción de Robbie, como algunas otras, me dieron un frontón de paz donde paliar mis necesidades, donde atesorar al menos un suspiro en el silencio, porque nadie debía verme (ni se podía) relajar, o tan sólo respirar. Y luego en  2001 se me paró el corazón, pero de una felicidad que me atosigaba con montones de ilusión recubriendo las gestaciones de sus venas, y desprestigié a la mismísima indiferencia para conocer el amor.

Momentos de dolor sólo son paliados con música y lectura. Siempre que la pena desenvuelve sus barreras y se muestra desnuda ante la insensatez, ahí aparece la canción para frenarte un poco de una vez. Todo con música es diferente, hasta el humo que cruje en las llamaradas del corazón tiene aromas exquisitos, y no pretendemos dejarlo de adorar, aunque duelan sus quemaduras, aunque aprieten sus ataduras. El silencio no es salud, sólo el convincente abrazo musical eleva a lugares incandescentes a la humanidad, como si le robaras los gemidos al mar.

29 y 30 de noviembre de 2016.









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