Aún buscando

Estoy buscando la frase perfecta en los dientes de la noche. Y mastico sus sabores, naturalmente conmovedores para mi corazón, sintiendo su aliento profano y su sordera. El yo-yo de lo oscuro resplandece, avisándome que el tiempo se aburre de esperar: pasan tantas cosas y no pasa nada.

Llego a un tiempo de niñez mágico e imprudente, insostenible pero halagador, con Vangelis en mi mente y el recuerdo de un día improductivo de pesca con papá en el río Grande de Trevelin. La niñez es tan caóticamente perfecta...si hubiera podido extender mis brazos hacia ella, no la habría dejado escapar. (Y mientras pienso en la correcta conjugación de los tiempos verbales).

Y ahora pienso en este amor de latidos abiertos, quejoso pero deseoso por vivir, que a la concentración espanta y a la jungla interna se entrega.

El amor es el aprendizaje perpetuo del adulto, y es su lucha el horizonte, y es un águila su fuerza, que conecta entre cordilleras y océanos de pasión dos almas y dos cuerpos. No llego a ningún lado, porque no pasa nada, aún y en el tiempo te tengo, y a tu espíritu me entrego.

Qué incorrecto es pensar, es sentir, de estas formas, como si dialogar con una de las paredes del amor fuera correcto. La corrección es de todo punto de vista imposible en esta rebelión intrínseca. Revelarme ante tu ser es incorrecto, tanto como pintarte un beso en los labios, tanto como ahogarte en ruegos y secretos, tanto como coaccionar frente a tus brazos, para que te deslices y te muevas en esta dirección, y que manejes mi cuerpo, impenetrable hasta vos.

La busqué, pero sólo te encuentro a vos.

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