Mar negro

En el mar negro pasea un corazón. Paseo entre tinieblas maravillosas, caminata entre sombras magestuosas, navegación entre olas esplendorosas. Se abre un hueco en sus aguas por donde mirar perpleja y extasiadamente, sin reflejos ni ocasión para ceder, sin necesidad de voltear la mirada y dejar de ver. Toda vez que esta actividad es unidireccional, por ahora.

El camino a nuestro alrededor tiembla por la osadía de las nubes, no hay sol ya y la paciencia de la noche se agota, quiere erguirse victoriosa, tiene un apetito insaciable. No describo exactamente cómo las olas negras me remiten a una sensación en el estómago. Cuando el montón de recursos poéticos se termina sólo queda suspirar, inspirar, expirar y volver a suspirar. Otra que personificaciones, metáforas y comparaciones, todo se inicia por vos y se remite a vos, como la búsqueda desesperada del destino en su tiempo y hacia su espacio.

Buscar es un deleite. Y te observo, y te busco a través de tus brazos negros. Como pensaban los expresionistas, el artista "no encuentra, busca". ¿Será la búsqueda el único camino? Y si no pensamos en encontrar algo, ¿para qué buscamos?

Mar negro de terciopelo, con suavidad indescriptible, con emoción acuosa, con atención onerosa, con pesada carga de profundidad, con espacio para la libertad y con exceso de sinceridad.

Hay un encanto oscuro cubriendo la mirada de la noche. Miedo siente el desquicio ante tanta adoración. La luz apenas se percibe y sólo brilla por vos en tus opacos pero maravillosos senderos. ¿Cómo puede un amor ser tan severo y desenterrar de tus ojos el secreto?

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