Dulzura primaveral

Quisiera permitirme un momento para observar la miel. E incluso, degustarla.

Dulzura. Dulces sueños y sabores. Pienso en la laboriosa tarea de las abejas y en nuestro desperdicio.

Hago por vos un despilfarro de dulzura. Endulzarte el alma de a poco sería mi objetivo, sacudirte las endorfinas y las moléculas con un dulce especial, con un preparado alquímico. Quiero preguntarle al azúcar si me presta sus partículas, y luego dejar tu corazón áspero con esa blancura.

Después me gustaría saborearte entre caramelos y chocolates, también entre gomitas de colores, y deslizarte una trampa no engañosa, que te guste la incógnita de mis caricias, enlazándolas en tu cuerpo y que te sepan a delicias.

La miel sabe a vos, porque tiene una ternura consistente, ¡qué codicia! Es un sabor que me deja perpleja, y que me hace vivir extasiada, entre texturas saborizadas de turrones y pinitos de eucalipto.

Dejemos el sabor y pasemos al olor.

Percibo que vivo dentro de un cubo que huele a vos. Hay notas y pistas. Recitan poemas los pétalos del membrillo y los brazos de las rosas. Las velas de frutilla despiden tus deseos, y los concreto en el hedor de una noche estrellada.

Pasan las lavandas, saludan con su especie de melodía violeta. No aburren porque se sacuden sus ignorancias con besos envueltos al sol, y esos labios sí que me tientan.

Es ese aroma de lo oculto y de la sorpresa, porque cuando menos una se lo espera, todo sucede. Hasta parece mejor vivir así, como loca por vos, pero "loca con rumbo", sintiendo un amor fecundo.

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