Bella fatalidad

Una vela, un desierto, un naranja,
un pizarrón,
para escribir mis sueños.
Uno a uno llevarlos a pasear
a contrapelo
de las verdades,
orillar sus piedras, animar sus fuegos,
pintar sus voluntades
convertirlas en deidades.
Ahora sí que tiemblo,
suenan los duetos,
es como si me cantaran
mis deseos directos.
¡Que el corazón se pare
tan sólo para vivirte,
no es posible ya un momento
en que me niegue a sentirte!
Un aroma, un ritmo, una luz,
una bandeja
para entregarte mi alma.
Cargada está de sabores silvestres,
como de letras exquisitas
que se divierten.
Juegan a voluminar el aire,
perecer en su orilla,
enlazarse en un enjambre.
¡Qué hermosa fatalidad
es poderte encontrar,
ni aunque me obstruyan los cactus más versátiles
podría no desear quererte besar!

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