No puedo ser tan evidente

Cómo será una vida sin vos, como una criatura amarillenta, una especie amorfa, como el monstruo de Mary Shelley, que vivió una vida cruenta. Ni siquiera puedo imaginar un tiempo sin esa punzante electricidad abdominal, sin ese impacto sediento al despertar.

Un pilar del mundo sin tu cuerpo, un camino sin tus ojos, un plan nutricional más estricto de amor, una barricada de dolor, una patada al vientre del desencuentro, vitalidad sin alegría,  ¡qué espacio tan de nada y sin todo sería!

Ni las cremas multiplican tanta suavidad, y celosas de sus beneficios las luces pretenden opacar tu ser, como si fuera posible incinerar al mismo sol al amanecer.

Los pájaros se relamen en el vientre de la laguna, infectándose del aliento de la luna. Mirarte afecta la perfección del arte, pensarte me hace ilusionarme con tocarte, e ir a buscarte, tan sólo amarte, y adorarte, y venerarte, sin sofocarte.

El retrato fantasmal de tu aspecto y su vendaval me hacen pensar en la imposibilidad de lo fecundo, en caso que no habitaras este mundo, aunque alterada por el espectáculo de la calle Corrientes me contento festejando los abrazos infrecuentes.

(No puedo ser tan evidente,
no es bueno para la gente
pretender ser tan indecente.
Por ahí para otro es más fácil
decir directamente lo que siente).

La transgresión de tu ser es un deber del que a mi me gusta beber, pero me tengo que contener sobre una hoja de papel.

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