"Como la abeja al panal"

Las confituras enternecen a todos y a todas, a todes, a todis y a todus. Sentir el sabor dulce en la boca te ocasiona un espanto apetecible. Concuerda. Todo. Van uniéndose los placeres azucarados en este melodrama nocturno. Pará, era a la hora de la siesta, ¡pará! Hoy recordaba cómo retaba mi papá a mi mamá cuando ella se embalaba con algo, "¡pará!". Nos reíamos porque sonaba gracioso. Hoy no sé qué tanto lo sería. ¿Viste cómo van cambiando los sentidos en las palabras y las frases? Los tiempos y las culturas cambian, mutan, puede ser mejor o puede ser peor, depende de las circunstancias y de los contextos. Por ejemplo, ¿qué es eso de la "gasolina"? Uno inventó un nuevo concepto, moderno, osado, se comió la información y los libros para sacar tamaña novedad, y los otros lo siguieron como los ratones al flautista, con otras palabras, con otras expresiones, pero ahí van tras del sonido de la flauta, esos que se creen creadores de música. Y repiquetean y esparcen su insensatez porque el mercado los aglutina como espantosos seres de molde y especie. Es una tarea titánica abstraerse, la mayoría termina moviendo sus caderas al sonsito cadencioso de la "música". Desde Mozart a Daddy Yankee, un largo y suculento camino. Bueno, vuelvo a lo que estaba diciendo, y ya termino. Eso del azúcar. En este sentido, la sal se convierte en el demonio flagelador de las emociones y amenaza con pervertirte a través de las incoherencias (si es que ya no te han pervertido). ¿Qué es la ayuda? ¿Un desorden experimental? ¿Un quehacer diario? ¿Una acción sin compromiso? ¿Una devoción? ¿Una tarea desinteresada? ¿Un acto hegemónico de la dependencia? ¿Un aprovechamiento de las causas y las consecuencias?

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