Poema tonto: Imaginación

¿Hasta dónde somos capaces de llegar con Imaginación? La tomamos del brazo, aireamos su corazón, le suplicamos al oído, y ella no nos hace caso. Es tan extensa su libertad, ¡tan extensa!, que al costado dejamos, con los piecitos sin zapatos, a la realidad. La sumimos en nuestros recovecos, le indicamos la decoración que pretendemos, hasta le armamos el almanaque, pero Imaginación enternece por irse a la tienda y comprarse un traje. De gala se viste, nos mira de reojo, para jugar con nosotros.
¿Por qué no percibimos que lo que creemos saber por soberbios, por adivinos y necios, está por Imaginación apalabrado entre saberes inciertos? ¿Viste? Cuándo más creías saber, menos entendés. El aguijón imaginativo se te hunde en el alma para ponerla en llamas, y no hay agua ya en el mundo para apagar semejantes patrañas.
Si Imaginación tuviera que atender nuestras súplicas, tendría en sus oídos una enfermedad súbita. La embobamos despacito, astutamente, entibiamos el agua para convidarle unos matecitos, y al rato se nos escapa secretamente por el pasillo.
Armar con ella una vida es tener una inocencia que castiga, y que a llorar en soledad te obliga.
Imaginación pasea de acá para allá, no se detendrá, ya se aprovisionó de sus propios vasos y deja tu voluntad cortada en retazos. Ni siquiera ese abrazo que parece contenerla, apretujarla, extirparla, suavizarla, parece sosegarla. Aunque sí hay una seguridad, a pesar de su libertad de tu lado no se va.

29 de diciembre de 2017

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