Que no se ahogue lo verdadero



Nuevos short poems

Las revoluciones no deben significar inquietud. Son cambios que significan en el ser una actitud de pensar en su ser como ser y no como objeto. Es transparencia de contenidos hacia el afuera de lo que el ser oculta y calla por el silencio al que es expuesto. Sin violencia y con un pensamiento reflexivo atónito y magnífico, la revolución exorciza al ser de su letargo y le ordena expresar un caudal de insumos románticos e inteligibles a ser duplicados por su magnificencia de ser.

Dice la historia que lo anterior fue escrito en agosto de 2012. ¿Y ahora?

Ahora la cuestión corrupta es cuando no hay revolución, me parece no verla en acción. Vivimos tan del cliché, tan absorbidos por el memorándum del hacer lo que está de moda, o lo que está (porque lo que no está da miedo), que dignificar el corazón parece ser como tomarse una soda, tan efervescente pero tan volátil, y tan dispar su efecto que hasta le tenemos afecto, pero en un abrir y terminar lo verdadero pasa a ser una elipsis enamorada de un tero. Vaya una a saber si la luz alumbra o envejece, por el alma no se mete, se anda con vueltas por transitar de noche entre las hormigas y sus reproches. La luz toma ventaja, para luego retroceder y disolverse en una playa. Si yo pudiera demostrar las consecuencias de amar, ¿por dónde se sacudiría sus piojos mi libertad? ¿Qué es esto de perpetuar?, ¡razonen sin amar o amen sin razonar, pero dejen de ahogar lo que de verdadero tiene el mar!

Hoy.


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