1 de junio...

No hay espera que valga, salen las estrellas a merodear por las margaritas nocturnas. El iris de tu mirada fluye en la noche. Tengo frío, hace demasiado frío en la soledad tibia. Me rompo los ojos tratando de observar el futuro, mañana es un incienso dorado y plagiado, el aroma da respuesta a la rutina de la ignorancia, los grillos a los ciervos que atraviesan la noche detrás de la humedad de las plantas, mis manos tanteando las tuyas donde nada tiene ya oportunidad de ser.

Pasan la una y media de la mañana como dorando este junio insensato anticipándose al 33. Aun los 32 recorren lo que quiero encontrar, aun hay cenizas dentro de las miradas, aun tiembla el recuerdo. Pero huyo, y nadie puede atraparme, haré silencio y me olvidaré, enjuagaré mis oídos con esta música y ensuciaré las teclas con las palabras secretas, que te esperan para leer...

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