"How long must you wait"

Comenzar a escribir luego de un tiempo de silencio es una lucha, por la falta de inspiración y la necesidad del decir. Pero vos y yo sabemos que nadie leerá esto. Hoy parece que nada hubiera pasado, pero todo pasa constantemente, la ignorancia y la destreza para entender.

Hace un poco más de un mes tuve un accidente en mi moto, una mujer que venía por mi izquierda me atropelló con su auto, y desde ese momento la vida fue como un remolino de resignación y desapego a la realidad. ¿O será que hay demasiada realidad dando vueltas que los sueños se acuestan temprano para no verla volar? 

Hoy tengo una pequeña lucha por la rotura del ligamento de mi pierna derecha, la kinesiología y la fisioterapia le ayudan al cuerpo, pero, ¿quién le ofrece un oído al corazón? Las palabras quieren salir precipitadas, pero no tienen destino. Hay un laberinto entre el sonido y el destinatario, como un agujero entre la escritura y las ganas de decir, pero hay otro aún más intenso entre aquel que no quiere escuchar. 

La libertad es serena y clara, la soledad es una docena de horas que viran hacia la plenitud, pero, ¿de qué forma se olvida? Hay cosas que se te pegan al alma, pero aunque las tapes siguen ahí pegadas.

Cuando estaba en rigor la cuarentena obligatoria los pájaros cantaban, y yo los escuchaba, pero hoy sólo escucho bocinas y cerebros apurados, y también se escuchan los escupitajos de los transeúntes recorrer las calles con vehemencia. Es como si la vida se hubiera detenido por un tiempo, y de pronto tuviera una obsesión por perecer. 

Que lindo hubiera sido un "Love of my life" al piano, pero cada canción es una parte de un ser y quizás no de otro, cada quien tienen sus llamas y cada quien las apaga a su manera. Las luces se encienden pero no saben viajar, sólo alumbran pequeñas parcelas de la ciudad, y las otras ya se retiraron a su nuevo hogar. A veces nos es difícil asumir las cosas que pasan, porque las queremos como las queremos, no de otra forma, y aunque ocultemos los gritos por un tiempo, siempre estarán dispuestos a salir, o bien a seguirse ocultando para no expresar el tremendo manifiesto que pretendieron guardar. 

Pienso en la tardanza de la reparación del ligamento, unos dicen que son cinco meses y otros ocho, cada médico tiene su teoría y su forma de hablar, unos dicen que hay que operar y otros sólo que recuperar, como si lo que se pierde se recuperara, o se recuperara entero, pero a mí me preocupa, ¿cuándo podré caminar bien otra vez? 

Parece que la vida tuviera rotos varios caminos para varios paseantes, cuales ligamentos que el tiempo no sabe en qué momento reparar. Es una cadena que no es de flores ni de hierro, es sólo una aureola que te cubre y no te deja gritar, del miedo al qué dirán, porque aunque no te importe demasiado, siempre lo querrás ocultar. La verdad no es para todos. Eso ya lo sabemos. ¿Cómo saber quién sí la quiere escuchar? ¿Existe de verdad la verdad? ¿O todo lo que vemos y sentimos es sólo un sueño en estado vegetativo?

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