Habitar

 El sexo no es completarse en la habitación de otra persona. Habitar es otra cosa. Ni siquiera es una cosa. No es un ente ni algo que se tiende a la luz del día para que se refresque. Habitar es fluir. Habitar es soslayar el alma. Habitar es dejar libre un sueño atrapado. Habitar es caminar a tientas pero con el paso extasiado por donde muy pocos lo harán. Habitar es investigar por qué el corazón se compunge cada vez que piensa en vos. Los pensamientos no son habitables, son los habitadores de la pasión. Pero la pasión no es estremecimiento carnal, la pasión es la percepción instantánea de que no hay nadie más que vos. La pasión es que comience una explosión por las venas, sin dinamitar una sola inspiración. La pasión es dejarse andar y amalgamar por un latido, como si ese latido fuera el comienzo de lo que nunca tendrá final. Porque el final no es el fin de algo, es el principio de la eternidad. Habitarme, lo que hacés y parecés, lo que pretendés y comprendés, lo que no sabés. La habitación de un corazón en llamas que no pretenderá apagarse jamás mientras haya un día más.

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