Fábula de día de paro.



Desde hace algunos días hay paro de auxiliares de la educación en las escuelas, y hoy se suma el de los docentes. No hay clases, sin embargo puedo afirmar que sí hay distintas clases de personas. Algunas lloran por no sentirse útiles ante la utilidad, y otras se aferran al silencio y al placer de la calma como si fuera el camino para dar un paso cada día y seguir respirando. El hedor de la ignorancia es eterno, no basta con que de a ratos pase el tren y suene la sirena. Esta es la fábula del león y el ratón. Obviamente que en esta historia el león es un inconsciente (y no lo escribo en tono peyorativo, simplemente que no saber creo yo que es una señal de inconsciencia). El ratón es el que espera, el que aguarda a diario su oportunidad de ayudar, como el ombú ha aguardado eternamente en la pampa su necesidad de cubrir con su sombra el sudor de los viajeros. El león se siente altivo, quién pudiera osar siquiera de pretenderle ayudar? ¡Ni en un millón de años se lo pudiera imaginar! O bien quizás hay ratones y otros ratones, y leones y ciertos leones. La sabiduría de la vida alguna vez lo podrá contestar. La supervivencia del que tiene el poder y el que no, la entrega del que tiene un corazón y el que no. A diario se purga con orgullo y espera la ilusión. Desde hace algunos días, o varias vidas, acaso el ciego por fin vio. 

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