puntos suspensivos del momento...

Así como de noche se plantea el interrogante, de día comienza a responderse. Afuera hay esplendor, en el eje de la tarde el sol se pone a tocar con su guitarra de rayos una confusa melodía. Pero los paseantes no son atravesados, no la escuchan. El sol se dirige a la invisibilidad y a la sordera.

Sin embargo, hay que rastrear un poco. Quedarse en eso, en ese dejar pasar para superar no es lo ideal, sólo se supera cuando se arregla, cuando se martilla la tierra y se hunden los dedos débiles. La mano renace, comienza a acariciar el aire y no solamente a tocarlo.

La tarde me convoca a segregar aquellos minutitos del día viernes, donde a escándalos momentáneos fui feliz.

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