Calmate

 

Calma,

como se calma un edificio cuando duerme

y como hacen las grotescas aves

luego de la desilusión.

Hay un silencio

que obnubila los sentidos,

que atasca el pensamiento

e imanta la debilidad.

Los árboles se mecen

en la brisa ciudadana,

suavemente,

como obligándose a la rendición.

Calma,

ése es el estilo

de la desaceleración,

y no me importa si me arrulla

o sólo es una distracción,

la elite de los silencios

es mi devoción.

No se escucha nada alrededor,

sólo la música de la compasión,

que ya es mucho

en esta instancia de resurrección.

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