Lapsus

 

¿Fue un lapsus?

Fue como degustar un merengue con dulce de leche,

maravilloso, pero terrenal.

De tanta dulzura parece que sacrificás tu alma, pero volvés,

porque este órgano feliz sin cuerpo

es un engendro resilente.

Todo lo que fue y será no pasará de eso.

Mañana todo cambiará, y en algún momento me iré,

porque cuidarse a uno mismo es más necesario que amar

o degustar el placer.

Los sinsabores y la miel tuvieron su espacio en el lapsus,

y no colapsan ni se inclinan,

sólo resisten y se amoldan al cambio.

Fue como atornillarme en un espacio aromático y visceral,

pero el oído interior se serena y la rutina se acomoda al lapsus.

Fue ecléctico mientras duró.

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