Una tarde reveladora
Hoy he roto una nueva barrera. ¿Será porque mañana es mi cumpleaños? Debe ser un regalo por adelantado. No he escatimado en escuchar cosas que me han beneficiado, informaciones que me han hecho entrar en razón. Yo más o menos entendía los juegos, no soy tan estúpida como mi corazón me hace creer, pero la verdad sale a la luz tarde o temprano, y me tranquiliza. Aunque el viento siga soplando, entiendo que no sólo viene en forma de ráfagas, sino que también lleva consigo el polvo de la meseta. Es mejor parar, escuchar, aprender y organizar todos estos datos para poner un freno. La vida no es sólo idilio, aunque sea la maravilla que la moviliza.
Antes de venir para el trabajo le había pedido algo a Dios (y aún no sé si soy muy religiosa, atea o qué), le pedí que me clarificara una situación, que me ayudara a descifrar un enigma, porque antes de entrar en el laberinto es menester atender a las señales, y más si ya somos grandes (cuando uno es más joven puede arriesgarse a insertarse a tientas en sus pasadizos). Y lo hizo, especialmente porque hoy la tarde me ha traído claridad, aunque haya sido sólo de una forma casual. Diría el querido Cascini, "ya se va a saber toda la verdad". Y si no es la verdad, será la tranquilidad que el conocimiento nos deja.
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