Artilugios matinales para existir
“He
perdido la noción del tiempo”, pero considero que una vez más es
el tiempo que nos pierde a nosotros en nuestra noción humana y
mundana.
Poco
sabemos del otro, y nuestra primera acción es “adivinar” y
pensar tal o cual cosa para administrar nuestro mundo, y el mundo del
otro, como nos agrada, a nuestro antojo, como en el elixir
burocrático burgués, que todo lo necesita guardado y controlado,
acelerado en papeles y sin pinturas de colores en sus paredes.
Así,
nos amoldamos estructuradamente a lo que podría ser la verdad, y eso
nos deja confortablemente tranquilos. El desconocimiento nos aterra,
y preferimos inventarnos un conocimiento del otro sin certezas (pero
pensando que sí lo son) para acomodar nuestras desordenadas piezas.
(¿Podemos
decir que, después de casi catorce horas seguidas SIN SERVICIO de
telefonía e Internet, Puerto Deseado está fuera del mapa mundial?)
(Dejamos de mirar canales de México y Venezuela para prestarle
atención a señales de España. ¿Qué nos dirá eso de la
conquista? Todo esto me pasa por al lado cuando se me aparecen
canciones reversionadas interpretadas por Yuri y Mijares)
Éste
es de esos momentos de libertad donde el auricular parece mi voz de
la verdad, o la voz de mi verdad (y me acomoda la voluntad). Es mi
máquina perfecta, mi lago de entrega, mi universo paralelo, esa
palabra que llama al oído y lo endulza con claves de caramelo, ese
propio desligue de la tierra que me enfrenta a la pasión que me
encierra (no hay nada objetivo, toda pulsión de amor ahora tiene
sentido).
Y
las canciones se asemejan a los secretos desentrañados, esos
dispares pasitos que van nadando en el cuerpo hasta dejarlo
maniatado. Nada de certezas, todo huele a cereza.
(“Tu
eres lo que siempre me faltó”)
Éste
es el horizonte virtualizado que se me ofrece ante mi necesidad de
encanto y de voces (sitios de paz), que ya ha transitado silencios
precoces, y que intenta recapitular mi corazón, que no cesa de volar
en un avión (y no recapacita ni se rinde, ni una ni otra cosa, nada
de eso, todo aquí y allá, todo en su sal es mar).
(Y
en esta retraída ceguera existencial, entre canción y canción,
sólo escucho de los demás palabras sueltas, porque en mi mundo
estoy envuelta).
También
me abraza la melodía, que con su capa mágica me entra por la
escucha para propinarme una alegría (porque alegrarme hoy es divino
), y me escribe un pedido de elevación y necesidad de afirmar
constantemente lo que no es y quizás no deba ser, pero que parece
tan lógico por hacerme estremecer la razón (casi pasa lo mismo
cuando pienso en vos).
Son
artilugios matinales para existir, porque a pesar de todo es sólo
querer vivir.
7
de noviembre, 11 hs.
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