Café en espera
A ver si me tomo el
cafecito que espero. Un aroma predecible pero magnífico, hasta
indecente para esta hora del día. ¿Cometer errores? ¿Quién no lo
hace? Saborear el error a cada instante se hace persistente en el gusto.
Sin embargo, me inclino a pensar que no es por malas intenciones sino
por falacias en el aprendizaje. Es como el pequeño mistake cuando
reparamos una computadora, y en el camino hay una tecla que se
sostiene accidentalmente: en este sentido, habría que estar
obsesionada mil y una veces para no presionarla. ¿Tanto se puede
estar en el letargo obsesivo como para pensar que así estaremos
también en otros errores cotidianos? No hay excusas ni
justificaciones, sólo condimentos al pensar. Lo que sí
existe en espera es el aroma, huyendo de los principios y acercándose
a la falta de gobernabilidad del tiempo. Una intensa aceleración de
constelaciones sagradas se me hunden en las venas, doy paso a tus
sentidos, doy paso al amor mío.
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