No a la perfección
Tengo la piel cortada por granitos de arena, es como si
hubiera rallado piedras de la playa de Playa Unión durante una tarde serena. Se
me expanden locamente de un tirón, agazapadas fríamente me tientan a decir todo
lo que ocurre en mi corazón, pero, ¿cómo extender los brazos si atados están a
tu amor?
No abrazo ya, es como si volviera a renacer las experiencias
que de tanto en tanto tuve en una parte de Canadá, la distancia corporal es una
constante allá, es el precio de la paz, saber a calma y no discernir que está
bien o mal, simplemente aceptar, ya es mucho para este mundo de humanos que no
saben perdonar ni respetar, toda una sabiduría desperdiciada dentro de un bar.
Los quesos tienen picada su inocencia, comer unos trozos es
practicar acertijos con la perforación de los poros y pedir clemencia, ¿está el
mundo acostumbrado a la indecencia? La costumbre se mete entre las inyecciones
intravenosas y acarrea su tempestad como una masita sabrosa, te tienta, te
acepta y hasta te retiene la paciencia, y la voluntad es cocinada en un punto
jugoso, bien inescrupuloso, nada considerado, más bien opacado y hastiado de tanta
diversión sin arrullos de explosión.
¿Y si formamos un grupo travieso de desertores, para ver
quién sube más alto en las torres? Estar arriba todo el tiempo, sí, abajo que
estén los que no escuchan el cuento, los sordos oprimidos, y arriba los
bandidos, los desinhibidos, abajo los compungidos.
Esta es la verdad del mundo, ¡y es tan absurdo!, si no ganás
mejor andate a la parte de atrás y rogale a tu santo más eficaz, nadie más que
él te acompañará y distribuirá flores de jacarandá sobre tu ideal.
Vamos bien, despegarme de tu acento no quiero, pero no tengo
dinero, ni una estatura acertada para llevarte a ver la luna en la madrugada, y
estoy flaca de calor, la frialdad de mi inercia apenas me protege la voz, y te
quiero aunque este mundo solucione poco sus heridas de amor, no todo es
perfección.
26 de abril de 2017
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