Esta vez...
Te escuché tanto por las calles
que te me metiste en el alma.
Dejando atrás los baches
y los orificios en las veredas
me refugié en tu voz
hasta que atravesaste mis venas.
Las almas no son huérfanas,
aunque no tengan correspondencia
siempre tienen una referencia.
Te sentí tanto
que acariciaste mis huesos
como si fuera verdad.
No hay más verdad
que la que tenemos,
tenés que notarlo
no es un secreto bien guardado.
Cada quien verá por sí mismo
porque de otra forma
se tropieza con otro abismo.
Y yo veo alrededor,
y veo miseria,
el mundo sometido,
las drogas inmundas,
la despreocupación,
la inacción
(y no hablo de mirar el techo desde un sillón)
la derrota que nos puede ocurrir
y llega sin quererte advertir,
pero a veces sólo te observo por dentro
y me olvido del despertador.
Es una nueva mañana,
hay que arrancar sin vos.
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