El olvido ocasiona la intemperie de los sueños. La ventana hacia el futuro posterga las palabras. No tener lugar ni tiempo hiere. La carroña del destino, la decisión, ¿no recordar lo pasado quema el presente o el olvido hace bien? La mano está fría, huye hacia la madriguera a descansar, pero aquellos que lo saben, que lo envuelven y lo convierten todo de tal forma para transgredir con prejuicios e instaurarlos en el aire como al inquieto polen, huyen de sí mismos sin preguntarse. La huida de sí es la cárcel del prejuicioso. Me cansé de la vetusta tempestad del que preenjuicia de una forma inerte y uniforme, descabellados anhelos de ser lo que no son, prejuicioso huele a envidia, huele a huelga en el mar.
Está ahí
No es una ideología, tampoco una ficción, es un sentimiento en extinción el amor. No tiene un trayecto óptimo, tampoco un sitio preciso para descansar, es una suerte de terreno intransitable el amor. Y te atrapa sin necesidad de retener, te desgasta sin obligación de conquistar, pero es tan bello que su intensidad te gusta y te hace emocionar. Pasaron la nevada y el aguinaldo y el amor está ahí, en la disolución y en la intemperie, aguantando para no morir. Se siente acorralado y en penumbras, como pretendiendo salir, y aunque los enemigos de la inconsciencia lo repriman el amor está ahí.
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