Las notas

Notas en el aire, la sangre del viento se funde con la savia de la tarde y juegan a traspasar la vitrina para tocarte. Muchos ruidos, la hecatombe surge en tu mirada, inspira más glaciares que chicles desabridos.

Se rompe el hielo y un pájaro vuela sobre la ría relatando la falta de perdón, la ironía, el malestar, el descontento, el murmullo del cuchillo, el lamento que no cesa, los cañones abiertos que disparan soledad.

Hay tanta gente, viene tanta gente, camina tanta gente, pero mis piernas sólo tiemblan a tu lado. Galopa el alma entre tus manos y el sabor de la melodía. No es una guitarra, no es un eclipse, ni siquiera la luna que se acerca y saborea entre sus dientes el ardor de las mentes indigentes.

No, no es esa cuerda que alborota el ritmo de la vida, ni la electricidad de una cadena de notas que huyen hacia lo eterno, no, son tus ojos que desvisten el deseo de las noches incipientes.

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