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Yo ya no tengo remedio, en esta vida perdí, a la brújula nunca la entendí. Sólo me queda revisar los cactus y aprender de su tenacidad, tratar de que mi corazón se sienta vivo y en libertad. Mis cosas a pensar tienen un conducto imaginativo, pero no tienen futuro. El presente es sólo una colación entre comidas. Hay bellos aromas que percibo pero están a unas cuantas millas. Como buena cristiana voy dando pasos, pero si no me mirás a los ojos nunca será lo mismo, es demasiado grande el abismo. Mi corazón sólo practica la contemplación y el disfrute de su proceder, pero no es lo mismo si no late junto a vos en un atardecer. Y aunque nunca sabrás que pasará de acá en más, el tiempo se sigue abanicando y el barco a la orilla parece no llegar.