Como la canción de Enrique
Te amo cuando es de noche, de tarde o de día, y a veces hago un impás para que mi corazón se rinda, pero aunque no lo diga pienso en vos a toda hora del día. Y sos en mí como un juego de palabras, o una laguna salina, y una calesita de sentimientos que siempre gira, o como un pliego de hojas que nunca se terminan, que tienen olores y humedades que no se mitigan, que abrazan al frío, al verano y al agua bendita, que tienen cables de plata y de cobre y que te electrizan. Y seguirás estable, rivalizando, con los demás mortales, porque como siempre habrás ganado la partida, sin competir con espadas ni con acciones distintas, sólo con tu sonrisa. Pero como las cosas no siempre son como pensamos, a veces con la estupidez miro el ocaso, voy a las carreras de caballos, me entrego a lo malo, la paciencia me suelta la mano, y tengo que vivir a desgano, sin el aroma de tu alma embarrada por el paso de los años, pero luminosa por haber subido tantos peldañ...