La quiero
Por un barranco inexistente se me va yendo tu sonrisa. Es tan preciosa que no la puedo alcanzar, tan desganada está para dejarse acariciar, tan solitaria va...o no, que va... Se me juntan todos los estorbos en el corazón, y seguramente ese poder inobjetable de la energía negativa es lo que me hace ir a la deriva. Las pequeñas basuritas marrones me hicieron llorar, y el olor del café me tira de la oreja porque no lo he tomado, pero me lo acabo de imaginar, por un momento su apoyo sabré apreciar. Es tan frecuente el sueño de una doncella despierta sin capa ni estrella, que me hace parecer que la vida que va latiendo aún no se da cuenta que no puede continuar luciendo ante los demás como una tipa más, un montón de algo más, de algo más. ¿Cómo seguir un rumbo que se pegó al pizarrón nocturno? Escribo como si supiera lo que hago, pero la sonrisa se me vuelve a presentar y no sé dónde mi cordura se ha colocado. ¿En la estufa de un rancho alejado? ¿En la mochila? Los transeúntes saben...