Adolescentemente perdida
--> Me perdí en el aura, hablando de auras y sensaciones hipnóticas, fue la mirada fija la que atrajo la música al escenario, y no el escenario el que repartió notas y voces. Soledad fue esta noche una fugaz pero prolija presentación, a base de un compendio muy bien seleccionado de canciones primeras y últimas, que engrosaron la calidez y el asombro del público. Interactuar, en complicidad, con el ser, es devolverle la importancia, un espectador que va para ver lo mejor o, como dijo un compañero, para buscar el error, perniciosa actitud que claramente se disipó cuando el carisma de su angelical estirpe engolosinó a los pequeños asistentes. Me pasó volver a sus comienzos, en aquel Cosquín de grandes, pero con una delicadeza diferente, aquella que da la madurez y el trayecto aprendido, sin dejar de quemar entre sus manos la niñez de sus comienzos. Se notó en el poncho, se percibió en su “Punta Cayastá”, aquellas aniñadas referencias pero siempre cordiales diálogos con...