Como la canción de Enrique

Te amo cuando es de noche,
de tarde o de día,
y a veces hago un impás
para que mi corazón se rinda,
pero aunque no lo diga
pienso en vos
a toda hora del día.
Y sos en mí como un juego de palabras,
o una laguna salina,
y una calesita de sentimientos
que siempre gira,
o como un pliego de hojas
que nunca se terminan,
que tienen olores
y humedades que no se mitigan,
que abrazan al frío, al verano
y al agua bendita,
que tienen cables de plata y de cobre
y que te electrizan.
Y seguirás estable,
rivalizando,
con los demás mortales,
porque como siempre
habrás ganado la partida,
sin competir con espadas
ni con acciones distintas,
sólo con tu sonrisa.
Pero como las cosas
no siempre son
como pensamos,
a veces con la estupidez
miro el ocaso,
voy a las carreras de caballos,
me entrego a lo malo,
la paciencia me suelta la mano,
y tengo que vivir
a desgano,
sin el aroma de tu alma
embarrada
por el paso de los años,
pero luminosa
por haber subido
tantos peldaños.
Y ya me olvido
que es de noche
o que es de día,
miro por la ventana
y no descifro el enigma,
porque voy a quererte
hoy, de noche,
y mañana, de día,
aunque ya no tenga vida.

25 de enero de 2019











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