Experiencias urbanas

¿Cómo es posible adherir el pánico futbolístico a un retrógrado libro de misticismo? ¿Dónde está la verdad? ¿En una pelota o en el párrafo de la derrota? ¿Por qué no es prejuicio opinar o aconsejar pero lo es gritar los goles que se han de marcar? ¿Tanto absurdo halago para la belleza que se muestra entre los paños y tan poca delicadeza para entender una mente atenta? Déjense de inspiraciones tontas, un cuerpo escultural lo tiene hasta una jirafa en un corral, pero si pretendés aguzar tu cerebro tenés que dejar de lado tus pensamientos negros. Preparemos los pañuelos que la mente está demasiado enjuagada y está constituyendo su necesidad de ser interrogada. ¡Que bestialidad!, ver pasar a los transeúntes agitados, en su condición de ciudadanos. ¿Te acordás cuando Ricardo Forster nos invitó a la experiencia de "perdernos en la ciudad"? ¿O era Christian Ferrer? Han pasado los años y aún observo la mirada del que camina con la pera entibiada, y me pongo a pensar a quién le regalarán ese latido que tienen para dar. Cada paseante urbano acuna un pensamiento, y yo no soy capaz de comprometerme con el tiempo, te quiero ahora y no te tengo, no te tengo.
06 de junio de 2017

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