Mi alimento

Parece que la instauración de las cosas ha dictaminado que hoy sea el día de la poesía. Pero también hoy empieza el otoño, con sus ardores amarillos y sus membresías de sustancias cohibidas, qué ironía.

Miro alrededor y lleno este sueño de hojas que crujen dentro del corazón, como escarnios de la razón, a ver si me escurro de este momento bribón.

Me refriego los ojos, tratando de despojarlos de la ensoñación, y veo alrededor a la poesía. ¿En qué consiste esto que nos motiva?

Acaricio el acolchado y sólo recuerdo tus ojos acaramelados, mezcla de Media Hora y chupetines de Coca Cola. Los sables con los que miran me dominan, ¿será eso poesía?

Me tiento con estas canciones del rock nacional en Radio X, e inmediatamente cambio los lentos por estos ritmos violentos. ¿Serán eso rimas en filamentos?

La noche se tensiona entre las estrellas y las maquetas (hay tantas personas indiscretas, ya las percibo observar a través de sus ventanas secretas).

La oscuridad no escatima en doblar la esquina, hace su inspección de rutina (parece vos en tus acciones matutinas), y me persigue con la salvación de su histeria repentina ¿Será eso una ilusión imperativa?

Son éstas sólo frases desordenadas, y como no estás me siento desmoronada. Pero si te pienso me dejás el alma enamorada, toda ella acurrucada en un costal tierno de sábanas almidonadas.

Es muy tarde y las notas hacen olas por mi boca, esto me pone loca. Entre los almohadones voy acomodando los pensamientos, te siento, y a tus ojos tiento, y si lo pienso todo parece ser así por un momento.

Todo esto de poesía sólo tiene un intento. Lo que de vos veo, he ahí mi alimento.

21 de marzo de 2017.

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