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No me importa, aunque la bombilla esté tapada y la yerba lavada, veré capítulos de los Expedientes X hasta la madrugada. Mi vida se condice con objetos que caen de cielo, así me desvelo, rogándole al teléfono perder el sueño. Pero no pierdo ni el techo de lo que no debo decir, aunque sea un derecho, es necesidad del existir.

Me voy mojando con las estrellas en pensamientos inciertos, y como si no pudiera habitar sus recovecos, festejo, mejor hacer de cuenta que no me pasa nada y dejar que la inmadurez cíclica me de una bofetada, y agonice fracturada por tu mirada.

Vaya conclusión, como siempre, entre la ignorancia y la negra lumbre me siento en tensión. Para dormir, ni siquiera tengo un camisón, sólo un piyama que Emi me prestó, y no es nada desagradable usarlo, me abriga y reconforta su algodón. Pisaré un moscardón para creer que todas estas imbecilidades penden de un cartón, sólo faltará ponerlo a secar al sol, y ahí volveré a recuperar mi armazón.

Todo este artefacto amoroso es muy estrecho, apenas paso yo (¿por qué no vos?), no así mis besos, que ya naufragan antes de perder las ganas de que sus deseos se deshagan. Para mis picardías ya tengo una cohartada, te voy a ver con la cara tapada, no me reconocerás hasta que descubras a una idiota enamorada, será mi mejor acto de actriz disfrazada.

"Y cuando te busco no hay sitio en donde no estés", y los Expedientes secan las alas pesadas de mi insensatez, me bebo el jugo amargo de esta planta y su palidez, "en tu nombre", por si me ves, pero esta casa se va quedando vacía de las promesas que escuché y perecieron una vez. No es un traspié, sólo es lo que conmigo no se fue.

A ver si te atrevés...

25 y 26 de marzo de 2017.

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