Soñar no cuesta nada

Esto de estar entre el bien y el mal me tiene fuera de la idea de la cena y pensando como un animal, circunstancias que no sé cómo explicar. Las notas van trabajando durante el transcurso de los minutos y lloran los recuerdos como si fueran el algodón de un buzo, que en la Argentina de los noventa se usaban mucho. Ese "entre" cala fuerte en mi suerte, impacta en mi mente y me obliga a ser insolente. ¿Qué es lo que nos hace ser no sólo un ente? No quiero retroceder, pero me molesta que lo que se va imprimiendo como experiencia en el corazón se nos pueda perder. Levantarte y ver la nieve caer a través de la ventana, quedarme un rato más en la cama si me da la gana, volver a sacarme la primera cana y luego las otras que vinieron después como las perforadoras del tiempo regaladas. Tal vez fueron situaciones vanas, pero si lo siento bien pueden volverse caricias profanas. Ese "entre" va diagnosticando la situación para hacerme ver de qué lado me conviene quedar, como si el ser fuera sólo una elección que se pudiera soportar. Nada de pilotines en esta noche sin lluvia, hace unos días que no diluvia, y me pregunto si los recuerdos de los 2000 podrán opacar esta situación experimental que se va tornando turbia. Escucho, juro que escucho cada nota que recojo, el televisor me las expulsa de a poco, pero sólo quiero que se me aparezcan tus ojos. Es ese querer y no querer recapacitar que para amar la vida del alma hay que dar. Los amores no son títeres manejables, no quieren ni que les hables, entienden sólo de latidos hasta cuando tienen frío, no aceptan que sus jefes les hablen de despidos. Y los recuerdos planean ser contingentes y vencer, pero el presente los hace retroceder, ¡que se vayan a ser juzgados por el atardecer, yo a ellos los quiero entretener, no los quiero ver perecer! Aúnan esfuerzos las súplicas y los árboles, de ramas torcidas saben bastante, y no quiero meterme en ese rollo, no quiero, sólo pretendo saborear tu piel cuando el sol se quede solo, y sus rayos permanezcan, ahí recrearé un cuento chino si tus labios me besan, ¡sería como la seducción suprema! Toda la sabiduría del mundo en un minuto, y bastará un abrazo tuyo para perder el rumbo, o quizás encontrarlo, no quiero siquiera estorbarlo, es mi pequeña predilección en este tiempo sicario. ¡Qué ganas de desarropar la distancia!, que se hará más pequeña en el espacio donde duerma tu fragancia. Y que te recuestes con tus sueños en la almohada, total dicen que soñar no cuesta nada.
08 de febrero de 2017.

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