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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Último día de septiembre

El mes que da comienzo a la primavera se termina con tu presencia en mi vida entera. Sueño con tus ojos que son mi antojo derrumbando esta indecisión que podría sucumbir ante la pasión. El fuego interno de esta alteración me moviliza la inspiración que no hace más que pensar en poderte conquistar. Tiembla mi corazón sintiendo esta posesión, ¡qué erudición, devoción, juego en la prisión de mi emoción! Es tan delicioso hacer con las palabras mi propio calabozo, que encerrada en tu cuerpo insistiría en tocarte hasta el fin de los tiempos. Sin hasta en estas nubes he comenzado a desear lo que nunca tuve, ¿cómo no voy a pensar que entre tus brazos me podría extasiar? El último día de septiembre me trae unas mariposas adentro que hacen que te piense, y me incita desear tu piel que atraviesa mis pensamientos como a una tostada la miel. ("El olor a café me atrae, me lleva de las narices", acerca

¿Y cómo lo digo?

Este aroma de la mañana me doma el corazón, y hasta me acomoda la necesidad en un espacio ventilado. Huele a café misterioso, a diagnóstico estrepitoso de felicidad y latido flotante del aire. Que si lo tengo un poco dormido, que si lo acurruco a tu nombre, que si lo altero y lo saco del frigorífico, que si lo entrego a vos como un caramelo desenvuelto, es todo tuyo, ya hacés de él lo que querés... (Estos mates están supremos, si hasta degustar un sorbo de este tiempo incita al alma a vibrar y desarmar sus cadenas). Mañana es jueves, y este miércoles ha comenzado con una intensidad fuera del rincón ordinario. Pensar en vos es una constante mundana y magnánima, son esos shots de felicidad suprema y acelerada, que son del espacio y no del cielo. (Quedan doce semanas para las vacaciones, dicen por acá. ¡Qué insistentes con esa frase! Es como vivir esperando que cada día se termine, sin disfrutar cada pasito). Que no me importe nada, que a pesar del desconocimiento te

Dulzura primaveral

Quisiera permitirme un momento para observar la miel. E incluso, degustarla. Dulzura. Dulces sueños y sabores. Pienso en la laboriosa tarea de las abejas y en nuestro desperdicio. Hago por vos un despilfarro de dulzura. Endulzarte el alma de a poco sería mi objetivo, sacudirte las endorfinas y las moléculas con un dulce especial, con un preparado alquímico. Quiero preguntarle al azúcar si me presta sus partículas, y luego dejar tu corazón áspero con esa blancura. Después me gustaría saborearte entre caramelos y chocolates, también entre gomitas de colores, y deslizarte una trampa no engañosa, que te guste la incógnita de mis caricias, enlazándolas en tu cuerpo y que te sepan a delicias. La miel sabe a vos, porque tiene una ternura consistente, ¡qué codicia! Es un sabor que me deja perpleja, y que me hace vivir extasiada, entre texturas saborizadas de turrones y pinitos de eucalipto. Dejemos el sabor y pasemos al olor. Percibo que vivo dentro de un cubo que huele a vos. Hay

No podés darle la espalda al amor

"No importa el precio, no puedes darle la espalda al amor". Si no emergieran de mí suspiros que me acercaran más a vos en la mañana, una respiración deteriorada por la aceleración contínua, una temporal pero acertada falta de cordura diaria por pensarte, ¿qué sería del amor? ¿Qué sería de estas porosas y esponjosas palabras, a las que nada le importan las demás palabras, ni las lecturas light, si vos no las incitaras saludable y suavemente? No sólo opino que este amor sin sentido tiene más sentido que los bailes de las ramas, erigidas ante la radiación de un viento insoportable, sino que también creo posible que el amor de la amistad, de la familia y de la fraternidad producen a diario la instalación de un software necesario para respirar. Y aunque en soledad me sienta cada día, ser solitaria no es más que la textura para crecer desesperadamente entre equivocaciones propias. Seguramente habrá mejores cosas para el capitalismo, el imperialismo, el socialismo, el e

Sueños

Mis sueños son sueños, nada más, sólo eso. Tal vez son un poco delicados, arquitectónicos, consumidores de aviones y de globos aerostáticos, mansos o no, quizás hasta hablen de más, mojándose las alas en mi escritura, sacudiendo los racimos para tratar de endulzame el alma. Pero los observo y sólo veo un sueño, sólo eso, un sueño estrafalario y en ciernes, inclinándose ante la imposibilidad y resurgiendo de la posibilidad. Los pienso y concluyo en llegar a tu corazón, aunque el tránsito se haga pesado y la brisa le rompa los vidrios a la esperanza. Y aún pensando en concretarlos, veo a mis sueños quietitos en su almohada, imaginando tu murmullo a mi lado, recreando tus mejores besos letales, en silencios ostentosos y manifestaciones sensoriales.  Mis sueños son sueños, sólo eso, un montón de libertad que vuela en este tiempo remoto, donde todos practican la practicidad, donde la razón va más apurada que la perpetuidad. Vienen y van, pero descansan en mi. Sueños alcoholizados po

No existe

No existe, no, no existe. No existís. Aunque quizás es la falta de jenjibre que ha hecho de mi jornada una nostalgia. (Esa raíz cítrica y picante me hace sentir fuerte y omnipotente). Pero pensándolo mejor, como dijo una vez mi profesor Christian Ferrer, la nostalgia se produce cuando se extraña algo (o a alguien) que ya no está. ¿O es esa la melancolía? Acá nunca estuvo ni la tuve. Por lo tanto, ¿de qué ha actuado esta sensación tan grotesca? Nada le ha importado, ni el hambre crujiente de mi estómago, ni la falta de tiempo para reflexionar, ni nada, nothing at all. Sensación con falta de piedad, revolución con ausencia de voluptuosidad.  Pero la existencia del "no existe" todo el día me ha acompañado. Todo y nada como un vértigo apetitoso. Todo y nada. Cada pequeño elemento feliz es todo, y es nada. Y luego existe otra vez, y otra. Es probable que sufra por la inimputabilidad de la imaginación, tan inmutable ante mis reclamos, tan indiscreta ante mis valientes pedidos.

Entrenamiento semanal

¡Que lluvia angelical!, paciente pero insistente, golpea cada latido absorto del corazón, como si el jugo de este día le robara al romanticismo el arte culinario de exprimir amor. Y se escucha aquel ruido indómito que me dice "no renuncies", porque hasta que no se sabe del todo nada se sabe. Tan acostumbrados estamos a suponer, que hasta se supune que por las chapas se filtra el agua como un vapor extremo del dolor, pero no, hasta que no sabemos si es dolor o sólo espera, podemos aguardar. ¡Tengamos fe! Me recompensan tus ojos (qué recompensa negra tan hemosa). Como los molinos de viento que mueven mi ser y me ahuyentan de la búsqueda de pokemones, me quedo hamacando el alma en un día gris, y ya es mucho decir. Practicando saltos acrobáticos he amanecido, escuchando el sonido en la tierra, oliendo a legumbres campesinas, si hasta no parece una mañana lluviosa deseadense (no se parece a nada amanecer pensando en vos y en tu aroma pegado a mis sentidos). Toda una seman

¡Que viva!

Porque un amor, o el amor, amor, no es sólo un diminuto ingrediente con el que se condimenta el corazón, sino que además exaspera a la parsimonia y dignifica a la sordera del chusmerío que se aglutina detrás tuyo, queriéndote consumir y robar las alas. Es un eterno defensor de tus buenas intenciones, y es un ahuyentador de tus detracciones. El amor es un símbolo más que deseado. (Aunque no sé si habita Puerto Deseado). Pocos realmente comprenden la sensación que genera, a veces huye, se retira solemnemente porque sufre de insuficiencia cardíaca, pero un impulso lo empuja a amar como sólo el sabe, total e inescrupulosamente. (Y ahora transcribo el texto que escribí ayer por el post que publicó Marta) ¡Que viva el amor! A través del faro de una luz apetecible o entre los brazos de una noche sedienta por esta bruma, ¡pero que viva! Irradiando su esencia en un atolondrado y necio latido, o buscando la porcelana en un beso, ¡pero que viva! Aunque pestañee y dude por unos segun

Sonrisa

Si hay que ponerse pilas, siempre pienso en las alcalinas. Nada de las comunes, como siempre les he recomendado a mis alumnos. Así como beber y devolver sonrisas, y no sé si risas, porque éstas despiden un pensamiento de convencer y pretender aceptación. Y justamente, cada vez que pienso en una sonrisa, veo la que falta, la que aún no ha salido a respirar aire puro, la que quizás aún no nació con la llovizna, sustancialmente, porque su alma no ha sido construida, porque su latido todavía no se ha extasiado cuando observa alrededor. Hay una gloria específica del ser, y esa es verte, aunque no he visto tu sonrisa. Juego a que la veo reposar en mi hombro, juego a absorverla antes de dormitar, juego a soñarla, juego a tomármela al amanecer, juego a tenerla al lado, con el olor del café y la sensación de bienestar en el corazón. ¡Porque verte sonreir sería tan exquisitamente maravilloso que hasta mi sonrisa pasearía por ahí, alterada y alborotada por la tuya! (¿Cómo es posible pensar ta

Mar negro

En el mar negro pasea un corazón. Paseo entre tinieblas maravillosas, caminata entre sombras magestuosas, navegación entre olas esplendorosas. Se abre un hueco en sus aguas por donde mirar perpleja y extasiadamente, sin reflejos ni ocasión para ceder, sin necesidad de voltear la mirada y dejar de ver. Toda vez que esta actividad es unidireccional, por ahora. El camino a nuestro alrededor tiembla por la osadía de las nubes, no hay sol ya y la paciencia de la noche se agota, quiere erguirse victoriosa, tiene un apetito insaciable. No describo exactamente cómo las olas negras me remiten a una sensación en el estómago. Cuando el montón de recursos poéticos se termina sólo queda suspirar, inspirar, expirar y volver a suspirar. Otra que personificaciones, metáforas y comparaciones, todo se inicia por vos y se remite a vos, como la búsqueda desesperada del destino en su tiempo y hacia su espacio. Buscar es un deleite. Y te observo, y te busco a través de tus brazos negros. Como pensaban l

Tus ojos, y trato...

Y repito conmigo misma, como alguna vez algún poeta o filósofo esbozó en cierta máxima similar: podría quedarme mirando tus ojos toda mi vida, o la tuya, "que no será una vida desperdiciada". Y es que ellos me han despertado tempestivamente, cariñosa y mansamente de la sumisión terrenal  a los vientos patagónicos. Aquí llueve poco, apenas un dedo en la meseta, y su luz ha sido como el agua deseada por el desierto en sus intentos evasivos de la noche. Tan estrepitoso es el color existencial de la música, que hasta invierto mi tiempo en consumir velas y aromas sólo para percibir sonidos. Tus ojos me hacen pensar. Pisar la mitad de las 20 hs, recordarte, amasar tu sinceridad, entenderla, o tratar, tratar con el pacto, pactar con el trato, de tratar se vive, de intentar tratar, de tratar de entender, al otro, a los otros, a nosotros, como si fuera tan fácil, como si fuera una viril diversión del trato y sus amigos, ¡pero es tan difícil aceptar y comprender! ¡Cuanto más esbozamo

En esta danza del viento...

En este momento, en que abro un escrito para dejarme salir, ahora, no sé si es el rayo de sol que entra por el hueco mal cerrado de la ventana, o es tu luz, o es la inspiración la que entona gemidos del corazón, o soy yo misma, o el artefacto que arroja aire, o es que me falta decisión en la imprecisión, o son las telas de araña que cuelgan en la pared, o son los deseos pintados categóricamente sobre mi alma, o es este domingo ancestral y poco ordinario lo que me eleva y hace que te sienta. ¿Qué será? Y luego la noche da esas estrellas que parecen pétalos. Y también se ven como partículas de una precipitación, como sus amadas doncellas. Y además suenan las maderas mecidas por las ráfagas, como conscientes de su resignación a ser perpetuadas en la danza erótica del viento. La vitalidad amorosa deseadense tiene su orgullo y omnipotencia en aquel remolino. Por mi parte y actuación en este baile, siento el olor de lo perpetuo. Lo oscuro trasluce su desnudez y me acaricia. Aún veo la l