Como catar un vino

Probar tu mirada me sabe a catar un vino. Le encuentro taninos maduros, textura consistente al paladar visual y la forma dominante de los arándanos. No es una reformulación del sabor, es una exquisitez del corazón, tan oscura como precisa en su forma de observar, equilibrada en su fijación y objetiva en su seducción.

Quizás también podría acompañarla con trozos de queso (el rockefort me incita al poder), con esa cadencia sin igual que produce al saborear y ese frenético impulso para pecar. Hago un abordaje de especias, todo se mezcla en tu mirar, si hasta el brillo de un varietal rosado se le puede sumar.

Te equivocás al extremo si pensás que el paso del tiempo sacude tu mirada en su barrica, le da un toque esencial que la fortifica, le suma una fuerte solvencia y el placer en la boca se siente como una explosión de inconsciencia.

Trasciendo el umbral de tus barreras y pruebo su aroma a madera, ése era el único secreto que faltaba, oler tu exhaustiva mirada de amor me condena.

Día a día tu misión calórica enfatiza la verdad, y en la copa que te absorbe me entrego a voluntad.

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