Paseante...

Aun siento el polvo desparramado, la piel se hace rugosa y huele a tiempo...

Hoy el viento despertó egocéntrico. Pero hay réplicas, la gente que se muda de cuadra en cuadra camina vigorizando sus ánimos de escabullirse de sus afanes inhumanos. La letra de la tierra se unta en la sequedad de los labios, áspera pero pegajosamente derrumba el deleite por la serena temperatura de este mediodía.

Caminando, el horizonte se hace papel y humo. La basura andante me recuerda a dónde va el recuerdo. Los cabellos reflejan el aura del egocentrismo descripto. Este dilema se asemeja a los días en que escribía los lamentos y las gracias de Trelew, allá por los años 96, circunstancias que luego me fueron hurtadas por los amantes que no saben idear ni expresar la realidad (me pregunto si es que no pueden o es que la flojera los conmueve). Aquellas doncellas de la tierra, emulaban a Martínez Estrada, el escritor paseante de Buenos Aires, que haciendo uso de sus sentidos describía las glorias y desgracias de los habitantes de su ciudad. Y por qué no dialogar con esta ciudad, lugar que arrulla a pobladores que dejan a la crítica tirada en las letrinas. Por qué no llevar en andas estos sacos escasos de sentido. ¿No es esto lo que nos pedía Eloy Martinez? Hurgar en la ciudad con nuestros sentidos, hablarla, palparla a cada instante. Porque cada ser, como cada sitio, es una fuente de recreación. No hay supuestos como tampoco realidades hechas, porque la realidad es un ente que se va nutriendo, ya sea de dragones o de flores, ya sea de bondades o de gula. Se construye una y otra vez cuando va paseando a tu lado, o con tu paseo diario. No es una institución, es un creando.

Y nos vamos cargando con energías ilimitadas carentes de sangre en sus venas. Me temo esta es nuestra realidad, nuestro construyendo. Nos vamos alejando en distancia virtual y corpórea entre seres, y la soledad se va formando en un ecosistema de radiaciones internas.

Mientras andaba pensaba en las cantantes que han perdido sus venas. ¿Dónde quedó Nelly Furtado, donde la pequeña Hilary Duff? ¿El mundo capital se las ha tragado?

Me quedan unos pequeños montones de ejemplos para pensar, pero quedo al descubierto y prefiero ocultarme hasta que tenga algo más para decir.

Pero hoy caminaba y sonreía, aunque el viento se iba reconstruyendo como un glotón compañero, no se me daba por insultarlo. La sangre de Trelew está oculta, pero el viento la revela, la desata y le hace unos mimos para reanimarla. En un día como hoy, ¿ despertarán los que callan?

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